jueves, 27 de enero de 2011

Soledad


Naufrago del tiempo, sin saber si vives un presente,
sin querer vivir un pasado, prometiendo un futuro.
Las olas te arrastran hasta un pensamiento protegido.
Las horas pasan y la noche del naufrago se vuelve hacia él.
Tú me hablaste del naufragio, sentiste la soledad del mar.
Las huellas que dejaste, ya no están,
él se las llevó, la arena se las ofreció.
Y el mar sucumbió a tu dialogar, entendió que querías volver,
al pensamiento de los que aprendieron a levitar.
Así lo vi, así lo sentí.
Me enseñó que las huellas desaparecen para siempre,
que dentro de la inmensidad,
puedes abrir los brazos, puedes gritar, llorar, reir.
Su eco te devolverá tu pensamiento sin respuesta.
Sólo, el canto del mar.
Sólo, su Soledad.
M. Rivera

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