sábado, 26 de diciembre de 2009


...Cuando desperté, tenía cuatro destellos de luz, cuatro rincones iluminados, cuatro horizontes... Y yo en el centro de ese circulo, que en realidad era un cuadrado, eran cuatro paredes, eso imaginé...

Miré hacia arriba, no vi nada, busqué un sentido a todo aquello, y sólo encontré mi intuición. Abandoné mi sueño, para encontrarme con cuatro sentidos... el quinto era un pensamiento.

No existía el tiempo, quiero decir, que no tenía prisa por ir a ningún sitio, pertenecía a aquel espacio, por llamarlo de alguna forma. Recuerdo que observé mis pies, estaba muy oscuro, casi no los veía, pero sé que estaba descalza. Observé mis manos. Sentí frío.

Pensaba en la forma de acercarme a una de las luces, me incliné para ver mejor la distancia hasta una de ellas, y me arrastré despacio...
Me arrastré pensando que ahí, en la proximidad de ese espacio, se encontraba mi inconsciencia...
¿Eran mis manos la consciencia? Mi interior era aquella habitación y las luces pertenecían a mi ser, reconocí la fuerza que me arrastraba. Sólo era una reflexión fugaz...
Cómo llegué hasta allí, nunca me lo pregunté...